lunes, 24 de abril de 2017

Un homenaje a Manuel Moral

Ha muerto el escritor Manuel Moral
El periodista y escritor Manuel Moral falleció el pasado lunes 24 de abril, casi en el día del libro, al que había dedicado muchas de sus horas más felices. Entre otros galardones, se acumulan en las vitrinas de su casa el Micrófono de Oro, la Insignia de Oro y la Antena de Oro de la Federación de profesionales de radio y televisión de España, que le habían entregado en Albacete.
Sin embargo, él mismo reconocía que sus años más productivos los pasó en la ciudad alemana de Münich, dirigiendo el programa en castellano de Radiodifusión Alemana, Radio Baviera, el que mantenía vinculados a su nostalgia y a sus raíces a los muchos españoles que trabajaban en tierras germanas cuando España era un país de emigrantes, cosa que por desgracia vuelve a ocurrir. Entre 1966 y julio de 1999, la voz y las colaboraciones de Manuel Moral establecieron un puente entre las dos naciones. Así lo supieron reconocer el Rey don Juan Carlos, que le entregó la Encomienda al Mérito Civil y el presidente de la República Federal Alemana que prendió de su pecho la Cruz del Mérito Civil de Primera Clase.
Pero Moral no solo fue un periodista y un profesor de español, sino que fue un baluarte de la democracia y el socialismo en todos los foros a los que tuvo acceso, en una época en la que el franquismo estaba vivo y activo. De hecho, en su segundo libro de memorias, La flor azul (2001), recordaba que en 1972 el mismo Adolfo Suárez, cuando era todavía Director General de Radiodifusión y Televisión, envió una carta al director de Radio Baviera protestando por lo que consideraba «soflamas antiespañolas», es decir antifranquistas, que emitía el ahora fallecido en sus programas.
Aunque había nacido en el madrileño barrio de Cuatro Caminos en 1936, Manuel Moral se consideraba albaceteño. De orígenes rodenses, su familia se instaló en la ciudad cuando él contaba diez años. En el instituto del Parque estudió el Bachillerato y empezó a interesarse por la lengua germana con tal obsesión que se ganó el apodo de Stuka entre sus compañeros.
En sus últimos años, recordaba con nostalgia que, al alzar la cabeza de los libros, veía desde su ventana «Chinchilla, un paisaje de huertas y de balsas y, hacia el sur, la auténtica Pulgosa». Ahora se sentía un forastero en este este Albacete donde «por todas partes que mires se nos fue el campo». «Necesito paisajes», decía, «para perder la mirada en una inmensa llanura, lo mismo que el mar, solo limitada por el horizonte». Vivía en la calle Simón Abril, al otro lado del Instituto.
Su última obra fue un diccionario español-alemán de palabrotas, que le encargaron para orientar a los traductores de películas y series españolas en el uso de los términos coloquiales del castellano actual. También renegaba del partido en el que había militado con pasión hasta ser cofundador de las secciones del PSOE y UGT en Münich. «Se han apropiado de las siglas del antiguo Pablo Iglesias», decía decepcionado.

Aparte de su primer libro memorialista, El pan de los vencidos (1991) y de sus colaboraciones en numerosos medios, desde el mítico El Socialista hasta Cuadernos para el diálogo, Cal y Canto, Barcarola y otros tantos alemanes, es probable que Manuel Moral deje abundante obra inédita en casi todos los géneros: «Los recuerdos son peligrosos pues traen la nostalgia y la melancolía, que producen somnolencia sentimental», comentaba en una de sus cartas, verdaderos regalos literarios. 

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Estos artículos se han publicado los domingos en la página 2 del diario La Tribuna de Albacete