Un grupo de 17 periodistas albaceteños se
destacaron en Bogarra el domingo 13 de mayo de 2018, cruzaron media docena de
ríos, se fotografiaron ante chorraeros de varios calibres, aprendieron a
identificar tres plantas endémicas y consiguieron escapar indemnes del ataque de
un pavo real. Todo esto pasó porque tenía que pasar, porque se habían apuntado
a la expedición de la asociación al pueblo serrano y sus nombres figuraban
minuciosamente inscritos en la libreta profesional de Javier Escudero, una
libreta en la que hasta los tachones son limpios, según la acertada observación
de Amparo Aguilar.
El ataque del pavo real se desarrolló a
última hora de la sobremesa, cuando una avanzadilla de los expedicionarios se
aventuró en los alrededores de la finca Val de Pinares, donde acababan de ingerir
dos platos, postre, café y gin. Entre Marcelo y el propio Javier Escudero se espolearon
para sacarle una respuesta al pavo real, incitándole con sonidos de congéneres
procedentes de Youtube. Según ha relatado Hugo el cronista, el pavo pareció no
darse por aludido en las primeras intentonas, pero cuando todo apuntaba a que
no iban a conseguir que se inmutase, el bicho en cuestión soltó un pitorrazo
que les aceleró los corazones y las piernas. La conclusión es que los pavos
reales chillan a traición, resuenan como pitos de feria y están mejor
encerrados en sus jaulas.
Antes, los periodistas habían vadeado
varios riachuelos de aguas cristalinas y frías, de nombres Batán y Madera. Siguiendo
las sabias indicaciones de Moisés García (por cierto, excelente guía,
apúntenselo), caminaron de puntillas sobre rocas mojadas y palés de madera haciendo
equilibrios para no mojarse los pinreles, cosa que consiguieron en su mayoría.
El objetivo de la gymkana era disfrutar de las caídas de agua, que los
lugareños llaman chorraeros y que básicamente son tres: los Chorraeros de
Arriba, los Chorraeros de la Mora y los del Batán, todos diferentes, todos singulares
y magníficos. También son singulares las plantas rupícolas y endémicas de la
zona, de nombres diminutivos porque son joyas minúsculas: dragoncillos de roca,
conejitos…
La primavera estaba estallando en esos
momentos y puede decirse que los periodistas han disfrutado con todos los
sentidos: absorbiendo con la vista el verdor munificente del paisaje engalanado
con flores de todas las gamas, aspirando los efluvios inspiradores de la
mejorana, el romero, la salvia, el tomillo, la alhucema y demás, sintiendo en
la piel la humedad y el frescor de los hontanares y del propio sudor, así como los
estimulantes arañazos de las zarzas, saboreando el agua de las fuentes y la
comida de Val de Pinares, y escuchando el sonido reparador del agua con sus
canturreos alegres, salmódicos, estereofónicos, en perfecta armonía con el
frufrú de las hojas de los árboles que bailan de distinta manera el mismo
viento.
Pero, siendo un goce todo esto (y lo que
me callo porque está mejor en secreto o porque no puedo contarlo todo), lo
mejor sin duda ha sido la compañía, la camaradería, la agudeza de Hugo, las
risas, lo que hemos aprendido con Moisés García, en definitiva, el grupo que Javier
Escudero ha reunido en su pulcra libreta. El 31 de mayo nos vamos al Congreso
de los Diputados, a verlo por dentro y a enterarnos de cómo se lo curran allí
los colegas. El que se lo pierda, que no venga luego quejándose.
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