Delfín fue protagonista la otra tarde, cuando presentamos en el Teatro Circo el libro de los poetas vivos de Albacete.
Fue protagonista porque se asomó a leernos un poema desde poco antes de morir. Se asomaba desde la vida estando ya muerto. Se asomaba dándole la espalda al patio luminoso de su casa, pero dándole la cara a la amistad que éramos nosotros. Asomaba Delfín aceitunado, con el color de su tierra y con la concentración plena, con todos sus sentidos entregados a la tarea de leer, como hizo siempre. Era el más veterano de los 107 poetas que comparten/compartimos poemas en un libro que ha encargado Cultural Albacete para celebrar el 40 cumpleaños del Consorcio. Me tocó prepararlo y Sarrión me regaló el título:
Con la cabeza clara y el casco de Minerva. Pero, ¿dónde poner el límite, quién no ha sido poeta alguna vez ―siquiera en la adolescencia cuando nos enamoramos por vez primera―? Para que no se desbordase el número, tuve que añadir una condición: había que tener al menos un poemario publicado en solitario para entrar en el libro. Aún así han salido 107. Pues bien, a pesar de sus 96 años y de que era poeta desde la respiración misma, Delfín estuvo a punto de no entrar: se había dedicado más a improvisar sobre la marcha, agitando sus manos, mimando el instante, que vertiendo en imprenta. Menos mal que su talante jovial y su monólogo acogedor contaron siempre con amigos muy cercanos que le hacían de secretarios. Durante muchos años fue Paco González Bermúdez. Ahora es Pedro Artuñedo, que consiguió que sus paisanos reunieran en 2012 los versos dispersos de Delfín bajo el título de
Llaves. Algun libro más tenía, pero escasos. Se le habían ido los versos por la boca. Y aunque hablaba de forma torrencial, solo ahora, al final, nos vamos enterando de secretos que esas llaves guardaban: que Yeste fue su apellido de adopción (los originales eran Rodríguez y Sánchez); también que los tinerfeños cantan su poema «Santa Cruz en Carnaval» como un himno de sus fiestas. Artuñedo sigue ordenando sus papeles y seguro que aguardan más sorpresas. La otra tarde Delfín vino a decirnos adiós desde la sombra y seguía estando luminoso.
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