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Foto: Andrés García Cerdán |
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Foto: Andrés García Cerdán |
Participamos Matías Clemente y yo, en el salón de actos de la Delegación de Educación, en una actividad de final de trimestre del IES Los Olmos, invitados por Andrés García Cerdán. El salón está lleno. Los alumnos, entre expectantes y noveleros porque no están en el reducto habitual. Les leo unos pocos poemas y entre medias intento explicarles que la poesía sirve para conocer y para ejercitar las emociones, que son más importantes que todas las razones y razonamientos, porque somos, sobre todo, seres emocionales.
Hay que ser forzosamente breves porque el acto es muy largo, aunque variado. Y, a pesar de que los alumnos se portan muy bien, soy consciente de que no se trata tanto de verter ideas como de transmitir pasión, lo único que de verdad cala, a la larga, en los adolescentes. Si yo soy poeta es porque, en un día remoto, en el instituto, mi querida Nani García de la Encarnación nos leyó
El soliloquio del farero, de Luis Cernuda, como si la vida se le fuera en aquella soledad.
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