
Una especie de prueba del algodón del sinsentido. Un test que pueda uno autoaplicarse. Aunque lo primero que caracteriza a un fanático es que no está dispuesto a aceptar su condición. Ni se la plantea. Estamos gobernados por fanáticos, que sin embargo constituyen una parte muy pequeña de la población. El grueso, la inmensa mayoría, son moderados o desapegados. Es muy probable que todas las guerras hayan estallado cuando la minoría fanática de ambos bandos ocupa el poder. Me temo que esta es la situación que afrontamos en este territorio en que las banderas no dejan pasar el sol de la razón.
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