domingo, 4 de marzo de 2018

En la antesala de los Óscar 2018


Si las películas son para sumergirse, yo me sumerjo hasta los tuétanos en la primera secuencia de Tres carteles en las afueras, cuando la cámara recoge un paisaje envuelto en bruma y la voz de Renée Fleming interpreta The last rose of summer de Friedrich von Flotow. La butaca del cine no consigue evitar que me derrita, que me funda, que me haga etéreo.

También me sumerjo, ¿cómo no hacerlo?,  introduciéndome con una mezcla de prevención y de curiosidad en la gruta submarina del comienzo de La forma del agua. Y se ralentiza mi pulso.
Es curioso que las dos películas favoritas a los Óscar de este año coincidan en introducirnos con secuencias disolventes.
Menos me disuelvo, pero no dejo de sentirme en peligro con las primeras secuencias de Dunquerke (que pierde mucho si se ve en pantalla pequeña), ni dejo de oler el aceite de las máquinas y de sentirme transportado (yo diría devuelto) a la redacción de un periódico de los años 60 en Post, ni dejo de observar El hilo invisible como quien observa por una mirilla unas vidas a la vez exquisitas y mórbidas.
No he visto la de Churchill. Pero mi quiniela sigue el orden de la enumeración que acabo de hacer de las películas que he visto. No me parece una mala cosecha la de este año.
Tengo que añadir que, si se trata de crear un ambiente singular, creíble y apetecible, La librería de Coixet no tiene nada que envidiarles.

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Estos artículos se han publicado los domingos en la página 2 del diario La Tribuna de Albacete