Ha muerto Miguel Ángel López Valero. Me da la noticia el artista pop Pedro Flores, acompañándola con una foto muy vieja de Miguel Ángel, la única que finalmente utilizo porque no encuentro otra, aunque he rebuscado un rato en Internet. Es como si se lo hubiera tragado la vida moderna, como si lo hubiera convertido en ceniza la era digital. Miguel Ángel fue el segundo crítico de cine que tuvo Albacete. El primero fue José Antonio Tendero, que venía de los tiempos del mudo. Miguel Ángel pasó sus años de juventud y de primera madurez debatiéndose por vivir del cine, tecleando artículos para los periódicos en una máquina de escribir, que era lo que había por entonces, recolocándose las gafas sobre el puente de la nariz con el dedo corazón y haciendo seguidamente un estirón de cuello como para recolocarse también la nuez en su sitio. Lo recuerdo quejarse con su boca ligeramente torcida. Quejarse de la miseria que le pagaban y lo mal que trataban sus reportajes en la prensa. Pero enseguida salía el cine o salía la novela negra y la conversación pasaba del blanco y negro al tecnicolor. Recuerdo el piso gris donde vivía, al que alguna vez fui a buscarlo para algún asunto relacionado, cómo no, con el cine. Fumaba, se recolocaba las gafas, trasnochaba para ver la noche de los Óscar, se conocía al dedillo todos los detalles, los nombres de los directores, de los actores, los guionistas, los iluminadores y el chico que encendía el foco y el que sostenía la jirafa del micrófono. Luego, el día más impensado, cuando parecía que iba a eternizarse en la precariedad, se hartó y se largó a Madrid. Y lo dejó todo, hasta donde yo sé. Lo colocaron de portero en un edificio de esos elegantes, de los pocos que aún tienen portero, que aceptan un portero ilustrado como él. Y perdimos el contacto. Pero el personaje sigue ahí, viviendo en mi memoria. De hecho, confieso que lo he utilizado como base para el protagonista de mis novelas policiacas. Con algún aderezo, con otro nombre, pero es él. La última vez que lo vi, me lo encontré en Madrid, en uno de esos encuentros casuales e imposibles en la calle de dos albaceteños en una ciudad de cuatro millones de habitantes. Ahora, Pedro me da la noticia, me alarga esa foto pop de los tiempos del pop, y sé que hemos perdido definitivamente a Miguel Ángel. Que ya no podré pedirle permiso, si es que alguna vez se publica una de las novelas en las que anda esclareciendo corruptelas utilizando el cine como chuleta, como lección de vida. Descansa en paz, viejo amigo.
2 comentarios:
Querido Miguel Angel has, sido importante en mi vida fomentaste en mi el amor al cine en aquellos maravillosos años en Albacete, también me ensañaste los entresijos de la radio,incluso participe en tu programa junto a nuestro amigo Jesús Miguel, nunca te olvidaré Miguel Angel
Conocí a Miguel Ángel, fue compañero de la Universidad Popular en aquellos años en los que se estaba fraguando lo que luego sería el enorme desarrollo que tiene hoy. Lo recuerdo con mucho cariño.
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