domingo, 24 de mayo de 2020

Contra hechos


Somos informávoros, queremos saber lo que pasa. Pero la realidad es demasiado compleja e inabarcable. Necesitamos que alguien compruebe los hechos, los seleccione y nos los dé un poco masticados, lo justo para digerirlos. Ese es el hermoso e imprescindible trabajo de los periodistas, que las redes sociales nunca podrán sustituir, como la pandemia de bulos ha puesto de relieve.
Sin embargo, campea un estilo de periodismo desnaturalizado. Lo primero que enseñan en la facultad es a esforzarse por ser objetivos, a sabiendas de que es imposible, que la mera selección de los hechos ya implica subjetividad. Otra cosa es poner la subjetividad por delante, como el gánster que pone la pistola sobre la mesa antes de empezar a negociar. Elegir bando y actuar como juez y parte. Si toca entrevistar a alguien que no es del gusto, tratarlo con agresividad, acorralarlo e imponerle que diga lo que no ha dicho ni quiere decir, con la excusa de que hay que arrancarle un titular. O sencillamente dejarlo de nombrar hasta borrarlo. Si es alguien de los nuestros, ayudarle a quedar bien. Rodearse de un coro de tertulianos paniaguados que te rían las gracias y te den la razón, aunque sea con argumentos rastreros. Este supuesto periodista, hoy preponderante, no actúa como un periodista, sino como un agitador. No sirve hechos, ni siquiera opiniones, sino emociones: hay que odiar a este, querer a ese y tener miedo de aquel. No deja que la realidad le estropee su plan. De hecho, no deja que la realidad ocurra si no es como él había previsto que ocurriese. Si un político se sale del guion y firma la derogación de una ley contra la que se manifestó todo el país hace siete años, hay que estigmatizarlo. ¿Por qué? A lo mejor nos da una pista analizar la publicidad que sostiene a los medios. Empresas gigantes, multinacionales que sobrevuelan las contingencias y se presentan con la mejor cara, pero que no quieren que nada cambie. Al periodismo le pedimos que nos trate como adultos, que nos sirva los hechos y deje que decidamos nosotros si nos cabreamos o nos alegramos. Y si no, pues apaga y vámonos.

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Estos artículos se han publicado los domingos en la página 2 del diario La Tribuna de Albacete