En dos semanas se han ido a pique tres proyectos de
información cultural en Castilla-La Mancha. Nos da la noticia en Facebook el
periodista Alfonso González-Calero.
Han cerrado el suplemento de ABC Artes y
Letras, que llevaba casi diez años contando la cultura regional. También la
sección Vivir de este diario nuestro, en su edición de Ciudad Real. Y el
espacio radiofónico La Colmena, de Radio Castilla-La Mancha. Los medios
que los soportaban nos aseguran que la cultura sigue y que seguirán
recogiéndola, aunque sea disuelta en el resto de la información. Sin embargo,
¿por qué sentimos que estamos perdiendo algo irrecuperable? Como cuando en
Albacete han cerrado el Museo Municipal. Vivimos en una comunidad autonómica difusa,
sin cohesión, tan inconsistente que parece que va a disolverse de un momento a
otro en uno de esos espejismos que se divisan a lo lejos en el verano de las
carreteras. Todos los poblachones y las ciudades manchegas estamos hundidos en
ese agujero negro. Somos islotes mucho más separados que cualquier archipiélago,
porque se interponen entre nosotros el páramo, el secano, la burocracia, la
historia, la indiferencia. Ni siquiera sabemos que hay cuatro manchas, la Alta,
la Baja, la Manchuela y la Mancha de Montearagón. No somos más que un paisaje
pintado por Benjamín Palencia y recorrido por un don Quijote que no sabe ni de
qué lugar partió. La única posibilidad de salvarnos de la inexistencia es ser
capaces de crear con nuestras nadas una cultura compartida. Hasta ahora ni lo
hemos intentado. Seguimos dándonos la espalda unos a otros, seguimos
compitiendo por existir, separados por carreteras interminables, separados por
los fríos burócratas de Toledo, por políticos regionales que se sienten de
Madrid o de su provincia. Estaría bien dimitir como autonomía, pero no van a
dejarnos. Tenemos que reinventarnos en una historia que nos incluya a todos.
Eso solo pueden conseguirlo el arte y la cultura. Alfonso González-Calero, que
está jubilado y vive en Madrid, manifiesta su dolor por esas tres pérdidas y,
al compartirlo con él, hacemos región.
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