Fuimos a ver
Alcarràs, la película española que lo está petando.
Es una
de esas películas en las que te quedarías a vivir. Estamos acostumbrados a que
en el cine nos pasen cosas sin resuello: nos asustemos, corramos, nos persigan vertiginosamente
en coche o en moto, los personajes no tengan sosiego ni para ir al retrete y
acabes con el pulso acelerado. En
Alcarràs a los personajes no les vemos
ir al retrete, pero te dejan vivir entre ellos una temporada y terminas
asumiendo su ambiente como si formases parte de la familia. Sus problemas
también, claro. De hecho, hubo un momento de la película en que me sentí tan metido
en el huerto que me sorprendió que no me llegara el olor húmedo y vegetal de
los melocotoneros, y eso que la Filmoteca estaba llena hasta los topes. Pero
los silencios pueden ser muy elocuentes y aquel silencio denso de los
espectadores formaba parte también de la película. En
Alcarràs el
protagonista es el entorno más que los mismos personajes, que sin embargo
participan de una manera muy especial, mirando lo que pasa. La cámara se
entretiene en estudiar en primer plano sus reacciones, que en realidad son muy
pocas, porque están quietos observando. Nos importa más lo que sienten que la
acción que se desarrolla ante sus ojos, de la que nos llega el sonido, eso sí,
suficiente para que comprendamos. Simón usa el sonido como Víctor Erice en la
secuencia de
El sur en la que la protagonista se despierta y sabemos que
ha ocurrido algo por las voces que llegan, pero la cámara está entretenida en
su moroso despertar y en su desperezarse, como si eso fuera lo más importante
del mundo y el resto pudiera esperar. Nos importa más su estado emocional que
saber qué ha pasado. Porque lo que ha pasado son hechos, pero lo que está
pasando dentro de la persona es lo que le importa al director (aquí a la
directora Carla Simón) y consigue que nos importe a nosotros. Hay quien se
quejó al salir de que se le había hecho larga la película. Yo agradezco que me
hagan los minutos más largos cuando estoy a gusto en un sitio. De alguna manera
me están alargando la vida.
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