domingo, 22 de enero de 2023

Atento al arrendajo

 


Casi todos los días nos adentramos en la Sierra del Consorcio por una senda envuelta en pinares. 

Apenas nos cruzamos con nadie. A veces unos ciclistas, algún caminante, generalmente gente de Chinchilla, asiduos como nosotros de este paseo. Yo llamo Sierra del Consorcio a la Sierra Procomunal de Chinchilla y Albacete. Para mis paisanos, que la tienen al lado, es la Sierra a secas. De tanto recorrerla, he terminado por ver solo los árboles, el tomillo, los atardeceres. Poco más. La rutina es como una venda en los ojos. En todo caso, alguna vez nos salen al paso unas cabras o nos sobresalta uno de esos ciclistas que se han creído que están en una pista de carreras y que su velocidad tiene preferencia sobre cualquier transeúnte. Es un privilegio tener la Sierra al lado. Y sin embargo, la novedad de recorrerla con conocedores de la fauna y de la flora nos abre profundidades inesperadas. Estábamos desaprovechando nuestro paseo. El otro día fuimos con Guillermo García-Saúco de ARBA y Rubén Miñano de Ecologistas en Acción a plantar unas carrascas y unas coscojas, para que no haya solo pinos en este espacio que antaño tuvo también sabinas y enebros. Así me enteré de que al fondo estará oculto el arrendajo, al que llaman vigía del bosque porque avisa de la llegada de intrusos. Y de que es probable que el ave gris que se asusta cuando me aproximo sea un cárabo. Y que hay herrerillos y carboneros comiéndose a las orugas de la procesionaria. Me dice Guillermo que ha identificado 300 especies vegetales en este espacio de alcores y campos de labor abandonados. De pronto, una vez más, siento que se me aguzan los sentidos, que entro en una nueva dimensión, que cada paseo en solitario por la senda de siempre va a tener expectativas nuevas. Ahora estaré pendiente del graznido del arrendajo y del vuelo del zorzal. Siento que me he estado perdiendo una parte de la realidad por puro desconocimiento. Desatendemos las cosas que no sabemos nombrar, aunque hayamos disfrutado mucho de la pura experiencia de oler y ver y escuchar. Poner nombre a las cosas es tomar conciencia de que existen.

1 comentario:

Guillermo García-Saúco Sánchez dijo...

Gracias por acompañarnos ese día, Arturo. Tenemos que repetir.

Estos artículos se han publicado los domingos en la página 2 del diario La Tribuna de Albacete