Nuestros jóvenes cada vez entienden menos lo que leen.
Ese es el resumen del reciente informe PISA. Un informe que no tiene
nada que ver con la famosa torre inclinada italiana. Es un acrónimo compuesto
por iniciales de cuatro palabras inglesas, que en español equivalen a Programa Internacional
para Evaluar Estudiantes. Detrás no hay una banda sospechosa, sino la OCDE
(Organización para la Cooperación y el Desarrollo) que no tiene más interés que
suministrar datos a sus países miembros para que corrijan deficiencias. PISA no
evalúa a los estudiantes, sino al sistema educativo del país. Toma sus muestras
cada tres años, siempre a alumnos de 15, sin importar en qué etapa se
encuentren. Valora su rendimiento en matemáticas, ciencia y lectura. Pero cada
vez hace más hincapié en uno de estos factores. Ahora ha tocado lectura y nos
revela que nuestros estudiantes se enteran tres puntos menos que la última vez.
Los responsables de Educación tienen la papeleta de diagnosticar a qué se debe
este retroceso para tomar medidas que permitan corregirlo. Desde fuera, uno
tiende a sospechar que el sistema se rige solo, es decir que funciona sin
cabeza, por muy buena voluntad que pongan nuestros responsables en aparentar
que lo controlan. Desde que se troceó la educación entre las autonomías, y
también desde que los partidos políticos atacan ininterrumpidamente a sus
rivales para mantener fidelizadas las propias huestes y desgastar a las ajenas,
no ha habido manera de ponerse de acuerdo en un sistema educativo estable y
funcional. Ni en eso ni en nada. Y el sistema vigente tampoco ayuda: hay
inflación de asignaturas, algunas de ellas medievales, sin que nadie se atreva
a agarrar la sartén por el mango y hacer limpia. Abandonados a este panorama,
los profes (sin una preparación de verdad) se encierran con sus alumnos y hacen
lo que pueden, batiéndose heroicamente, a menudo en solitario. Si añadimos que
las pantallas han impuesto su ley en todas las edades, lo que resulta de verdad
extraño, casi milagroso, digno de estudio, es que haya alumnos que todavía
comprendan lo que leen.
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