Hace muchos, muchos años, me crucé con Valeriano Belmonte en el Altozano. Como pasa en los cuentos, le pregunté: ¿A dónde vas tan deprisa? Me respondió que iba a la inauguración del nuevo ayuntamiento. ¿Es que tú no? Le dije que había perdido la fe en las inauguraciones. Pero, hombre, esto es un acontecimiento, solo pasa una vez en la vida. Sonaría a reproche, de no venir de un hombre sin malicia. Desde entonces, Valeriano asistió a todos los acontecimientos, todos, y participó leyendo sus ripios allí donde le dejaron, ataviado para cada ocasión con el disfraz que mejor conviniera, como un Mortadelo albaceteño. Ahora tras el acontecimiento irreversible de su muerte, me acuerdo de aquella lección de distinguir entre acontecimientos y aconteceres. Los acontecimientos ocurren solo una vez y dejan huella. Los aconteceres están discurriendo incesantemente, pero van derechos al olvido. La ausencia de Valeriano y la del profematic Luis Morales están ocurriendo en nuestras memorias, en los lugares donde solíamos verlos, dentro de esa ciudad que se mueve sin moverse en la llanura como un inmenso trasatlántico de secano. Yo sigo sin tener fe en los acontecimientos e intento discurrir por la sombra, entre aconteceres. Pero vivimos en una época que no admite escaqueos. Acudo a la tertulia de la SER y la mantenemos en medio del acontecimiento de Expovicamán, acrónimo al que han recurrido la agricultura y la ganadería para recuperar el Recinto de la Feria que en origen fue suyo. Paso una mañana charlando con Luis Alberto de Cuenca en su biblioteca y al día siguiente le otorgan el premio Reina Sofía, otro acontecimiento. Me has traído suerte, dice. El jueves suenan en revuelo las campanas rotas de mi pueblo por un nuevo acontecimiento: “habemus papam”. Si salgo a la sierra a caminar, los pinos me reciben con tomillos en flor y jilgueros y mirlos. Es el acontecimiento de la primavera, que yo creía perdida. Se resiste al cambio climático. Al volver encuentro la puerta de mi casa salpicada de caracoles, y no sé si es un acontecer o un acontecimiento, pero me gusta.
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