Como todos, los años desde que se recuperaron, Fina Ortega cuenta conmigo para escribir el texto de presentación de los Miércoles de Chinchilla, que en 2017 dice así:
«Pareces un miércoles»
En
Chinchilla se dice «pareces un miércoles» cuando alguien está sentado sin hacer
nada o te lo topas tan quieto que te da un susto. Naturalmente, el dicho no se
refiere al día de la semana, sino a unos monigotes que se sacan a las puertas
de las casas precisamente el miércoles de Ceniza y que por esa razón reciben el
nombre.
Han calado tan
hondo, después de ser recuperados por Fina Ortega, las mujeres de la Asociación
Antigua Tradición y la biblioteca, que su presencia está viva hasta en los
dichos. En esta edición cumplen veintiún años de su regreso, después de que
desaparecieran en los años 50. Suelen ser una pareja de tamaño natural,
ataviados en consonancia con la faena que se traen entre manos, pero pueden
formar grupos. Hablan en rima por unos carteles plastificados que les cuelgan
del cuello. Ante ellos, o junto a ellos, en una mesa, hay una invitación de
mistela y unas galletas, o algo parecido. Así el visitante puede participar de
su humor ingenuo y de su hospitalidad.
Cada año hay
«miércoles» que se asoman a la nostalgia, hacia oficios y costumbres que
cayeron en desuso, como los abuelos que elaboran unas zambombas para los nietos,
o la «cencerrá» que se les daba a los viudos que volvían a casarse, o el
repartidor del butano, o el «carrico» del pan, o la familia que hace «rosetas»,
o los que meriendan pan y pringue. También hay lugar para las rutinas de oír la
radio y ver jugar a los niños y pillar la gripe; y además cabe la machacona actualidad
de Trump y de La guerra de las galaxias
y los Frozen y las carreras de
coches. Así hasta 39 paradas, las que este año nos aguardan sentadas o quietas,
como «miércoles» que son, de sol a sol en el día de la Ceniza, para luego
recogerse, que no arder. Porque aquí no se desperdicia nada.
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