viernes, 12 de enero de 2018

Con Aurelio Pretel el día que desenmascaró a los Vandelvira y los Sabuco

Aurelio Pretel, escoltado por Francisco García (i) y Carlos Ayllón
Resulta que los Sabuco y los Vandelvira, entre otros ilustres alcaraceños, venían de familia judía. A ellos les debemos La nueva filosofía de la naturaleza del hombre y la catedral de Jaén, entre otras aportaciones. Pero se ve que estas grandes obras no nacieron sin un entrenamiento previo.
Durante generaciones sus familias tuvieron buen cuidado de mezclarse oportunamente con cristianos viejos y se cambiaron los apellidos o los desdibujaron hasta creer que habían conseguido romper definitivamente el rastro que los vinculaba con antepasados que ardieron en la hoguera de Torquemada.
Pero ahí estaba Aurelio Pretel, el intrépido detective de la historia, para desentrañar el laberinto.
Su último libro es un minucioso informe de desenmascaramiento. El título, larguísimo, nos confirma que en efecto se trata de un informe más que de un libro de historia propiamente dicho: Los judeoconversos de Alcaraz entre los siglos XV y XVII: Llerenas y Barreras, Álvarez y Toledos, Sabucos y Parejas ante la Inquisición.
Con la pasión de siempre y una satisfacción que le hace salivar de placer, Aurelio nos ha revelado los pasos de su investigación, nos ha traducido los documentos escritos con una ortografía indescifrable por los pulsos cebados de los escribanos, nos ha llenado la pantalla de árboles y de ramas y de hojas genealógicas, nos ha ilustrado con su saber en la Librería Popular.
A su lado, Francisco García García, representante del Ecomuseo Sierra de Alcaraz y Campo de Montiel, institución que le ha publicado el libro, y el medievalista Carlos Ayllón Gutiérrez, asentían silenciosos, tras haberlo dejado solo ante su historia con unas breves palabras introductorias. Enseguida, Aurelio ha tomado el toro por los cuernos: «Vamos a empezar, que nos va a faltar tiempo».
No recuerdo las veces que le he oído a Aurelio afirmar rotundamente que el libro que tenía entre manos era el último que escribiría. Por supuesto, justificando siempre esta escritura postrera a que se la debía a alguien o a que alguien le había pedido que la afrontara. Estoy seguro de que habrá más. Y no pocos. Afortunadamente.

 

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Estos artículos se han publicado los domingos en la página 2 del diario La Tribuna de Albacete