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Aurelio Pretel, escoltado por Francisco García (i) y Carlos Ayllón |
Resulta que los Sabuco y los Vandelvira, entre
otros ilustres alcaraceños, venían de familia judía. A ellos les debemos La nueva filosofía de la naturaleza del
hombre y la catedral de Jaén, entre otras aportaciones. Pero se ve que
estas grandes obras no nacieron sin un entrenamiento previo.
Durante generaciones sus familias tuvieron buen cuidado de mezclarse oportunamente con cristianos viejos y se cambiaron los apellidos o los desdibujaron hasta creer que habían conseguido romper definitivamente el rastro que los vinculaba con antepasados que ardieron en la hoguera de Torquemada.
Durante generaciones sus familias tuvieron buen cuidado de mezclarse oportunamente con cristianos viejos y se cambiaron los apellidos o los desdibujaron hasta creer que habían conseguido romper definitivamente el rastro que los vinculaba con antepasados que ardieron en la hoguera de Torquemada.
Pero ahí estaba Aurelio Pretel, el intrépido
detective de la historia, para desentrañar el laberinto.
Su último libro es un minucioso informe de
desenmascaramiento. El título, larguísimo, nos confirma que en efecto se trata
de un informe más que de un libro de historia propiamente dicho: Los judeoconversos de Alcaraz entre los
siglos XV y XVII: Llerenas y Barreras, Álvarez y Toledos, Sabucos y Parejas
ante la Inquisición.
Con la pasión de siempre y una satisfacción que le
hace salivar de placer, Aurelio nos ha revelado los pasos de su investigación,
nos ha traducido los documentos escritos con una ortografía indescifrable por
los pulsos cebados de los escribanos, nos ha llenado la pantalla de árboles y
de ramas y de hojas genealógicas, nos ha ilustrado con su saber en la Librería
Popular.
A su lado, Francisco García García, representante del Ecomuseo
Sierra de Alcaraz y Campo de Montiel, institución que le ha publicado el libro,
y el medievalista Carlos Ayllón Gutiérrez, asentían silenciosos, tras
haberlo dejado solo ante su historia con unas breves palabras introductorias.
Enseguida, Aurelio ha tomado el toro por los cuernos: «Vamos
a empezar, que nos va a faltar tiempo».
No recuerdo las veces que le he oído a Aurelio
afirmar rotundamente que el libro que tenía entre manos era el último que
escribiría. Por supuesto, justificando siempre esta escritura postrera a que se
la debía a alguien o a que alguien le había pedido que la afrontara. Estoy
seguro de que habrá más. Y no pocos. Afortunadamente.
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