Esta tarde ha caído una roca sobre la carretera
por la que yo había circulado minutos antes. Una roca enorme, acompañada de
infinitas piedras y de todo lo que arrastran las piedras rodadoras. Una roca que
ocupaba todo el firme y que ha machacado lo que había debajo.
Creo que la
guardia civil ha soltado perros para que detectasen si había alguien bajo ese
montón de toneladas y la fortuna ha querido que no hubiera desgracias. Podría
haberme ocurrido a mí mismo. Y sin embargo no me he enterado hasta que llevaba
ya un rato en Albacete, participando en el claustro del instituto. Ha partir de ese momento han
empezado a circular fotos bastante imponentes. Creo que ha sido Curro el de
Manoli el que ha comentado en uno de esos wassaps que la roca se ha desprendido
a las 16:40. Entonces he hecho cálculos y he comprendido que solo hacía unos
cuantos minutos que yo había circulado por esa curva. Y podría haberlo hecho
aún más tarde porque me he quedado atrapado en la siesta más tiempo del que
tenía previsto. El claustro empezaba a las 16:15 y yo necesitaba dormir un poco
para recuperar. Hubiera tenido que despertarme a menos cuarto, pero no me ha
sonado la tablet, o no la he oído, y, a la misma hora en que debía estar en
Albacete, estaba pasando por la curva sobre la que veinticinco minutos más
tarde ha caído la roca. Con su ingenio característico, mi compañera María Jesús
ha dicho que eso ha sido cosa del Coyote mic mic, aquel de los dibujos
animados. Y me ha hecho gracia. Si el que ha tirado la piedra era el Coyote, yo
era Correcaminos librándome por una mezcla de velocidad y de fortuna de una
nueva trampa tendida por el Coyote.
No hay comentarios:
Publicar un comentario