sábado, 18 de abril de 2020

Pactos

Firmantes del pacto de San Sebastián (1930) que decidió el final de la monarquía y el comienzo de la República

  Los medios de comunicación repiten como papagayos una idea hasta que parece inevitable. Alguien propuso que se reeditasen los pactos de la Moncloa. Desde entonces no paramos de oírlo.
El clamor se confunde con los pájaros de la primavera. Claro, suena bien. En 1977, con Franco recién muerto, la economía en crisis y mucha incertidumbre, todos los partidos se pusieron de acuerdo en que funcionáramos como una monarquía parlamentaria. Esa era la forma. El fondo fue que nada se alterase para que no cambiase nada. Lo llamaron transición. En ella seguimos. Y muchas de las cosas que han pasado desde entonces han sido retrocesos. El presunto socialista Felipe González se aseguró dos millones de euros de sueldo vitalicio. La burbuja inmobiliaria que le explotó en las manos a Zapatero sirvió para que su sucesor Rajoy devolviese la ley laboral, la de educación y el resto a la línea de salida, el punto en que estaban al principio. Y nadie lo revierte. El coronavirus ha entrado en tromba. Y por cierto ha matado en España más que en ningún sitio. Y ha matado más en las comunidades en las que el austericidio eliminó más camas y recortó más medios sanitarios. Por ejemplo, Madrid. Por ejemplo, la Castilla-La Mancha de Cospedal y Page. El café para todos de las comunidades autónomas, que se repartieron las competencias como si fueran caramelos, ha demostrado que no funciona cuando las cosas se ponen feas. Entonces, el único camino eficaz es coordinarse. Resulta patético oírles disentir a los reyes de taifas de Galicia, Cataluña o Madrid con argumentos peregrinos, solo para que se note que están y que aún mandan. Los ejemplos de Rajoy saliendo a correr o Aznar fugándose a Marbella o Casado removiendo la mierda son alta traición en un país que se debate entre la vida y la muerte. Los únicos pactos que valdrían la pena son los que restaurasen las estructuras que nos han ido arrebatando. Una sanidad, una educación, una atención a los dependientes bien dotadas y estables, que no dependan de los devaneos políticos, los insufribles parches de esta transición.

No hay comentarios:

Estos artículos se han publicado los domingos en la página 2 del diario La Tribuna de Albacete