domingo, 9 de agosto de 2020

La clave

 

En arquitectura se llama «clave» a la pieza que cierra un arco en su parte superior. Si la quitas, el arco cede y con él los muros y la bóveda se vienen abajo. Vamos, que se nos cae el chamizo.

Nuestro chamizo es la democracia española y la clave supuestamente es el rey. No el que se ha ido, que era emérito, sino el que sigue. Y no obstante, el que se ha ido sostenía todavía una parte importante del arco. La parte de la credibilidad. ¿Quién puede creer en un sistema cuyo rey se va y sigue siendo rey, aunque se le llame emérito? Conserva el título y tenemos que pagarle la escolta y quién sabe qué más cosas. Con el dinero de nuestro bolsillo. Creíamos que esto era una democracia. Pero «democracia» significa «gobierno del pueblo». Es decir, que deberíamos gobernar nosotros. El rey, nos dijeron, es como un símbolo. Reina, pero no gobierna. Si fuera así, seríamos ciudadanos, no súbditos de la corona. Pero, entonces, ¿por qué nos tratan como a súbditos y no nos explican por qué se ha ido el emérito? El hijo, que viene de darse un baño de gentes, se ha callado de pronto. Y los que hablan, repiten que el emérito no ha huido y nos exigen fe y lealtad a la Constitución, a la que identifican con el rey, como si fueran una misma cosa. O sea, nos piden obediencia ciega. Obediencia de súbditos a una Constitución más intocable que la Biblia. No se acuerdan de que, en 2011, se juntaron PP y PSOE y reescribieron el artículo 135 para que los intereses de los bancos estén antes que las necesidades de los ciudadanos. ¿En qué quedamos, se puede retocar, o no? Suárez confesó en una entrevista que la figura del rey la colaron de extranjis en la Constitución porque no la hubieran respaldado los ciudadanos. Es como reconocer que no hacía falta. El CIS lleva cinco años sin preguntarnos qué pensamos del rey. Tampoco hace falta. Somos súbditos de una familia real intocable y reos de una Constitución que solo cambia cuando lo pide Alemania. Menos mal que nos queda la prensa extranjera para ir enterándonos. A lo mejor la «clave» del chamizo no era el rey, sino Villarejo.

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Estos artículos se han publicado los domingos en la página 2 del diario La Tribuna de Albacete