Psicomagia

 

Tres jóvenes se embutieron sendos pasamontañas y se deslizaron hasta la plaza de Antonio Andújar.

Allí estaba aún el viejo bar de la Confitería, y a la vuelta había una placa que rezaba «Viajeros y estables». Tras comprobar que no eran vistos, los jóvenes sacaron aerosoles y se pasaron un buen rato rotulando versos en la fachada. Versos de los poetas que solíamos reunirnos en aquel bar. Me lo cuenta Pablo Carrión que era uno de aquellos jóvenes embozados. Lo dice desde la nostalgia del empresario que ahora es, recordando al zagal apasionado que era entonces. «Aquello fue psicomagia», me asegura, y lo dice con absoluta convicción, a pesar de que aquella noche ni siquiera conocía al inventor de la fórmula. Ahora es forofo de Jodorowski, que define la psicomagia como una armoniosa unión entre el lado racional y el lado mágico del ser humano, muchas veces con fines terapéuticos, pero también literarios. Pablo y sus dos colegas proyectaron en aquella pared su inocente rebeldía. La fuerza estaba en la acción. Los efectos duraron muy poco porque en las semanas siguientes demolieron el edificio. Mientras me habla, parece que aún nos estoy viendo a los nueve poetas durante la noche en que nos enfrascamos en ponerle un nombre al grupo para una antología. Ninguno terminaba de gustarnos. De hecho, algunos votaron en blanco. Usábamos las servilletas del bar como improvisadas papeletas. De pronto, Nicasio Sanchís dijo: ganan los que han votado por «La Confitería». Miramos y, en efecto, el nombre del bar estaba grabado en la esquina de todas las servilletas. Ganó por abrumadora mayoría. Aquella historia estuvo bien, fue divertida, pero hace muchos años que es agua pasada para quienes la vivimos. Seguimos siendo amigos, pero hace dos décadas que no nos juntamos en gran grupo, con cónyuges incluidos. Sin embargo, para unos pocos que conocieron el proyecto con la nariz pegada en el cristal, la leyenda sigue viva con esa intensidad de lo añorado. Para ellos seguimos reuniéndonos y tomando aquellos vinos ásperos que Antonio iba subiendo desde aquella bodega de oscuridad definitiva.