Escribir buena poesía sobre un familiar que acaba de morir es lo más difícil del mundo.
Y sin embargo, son ya varios los escritores que han vencido al reto. Me refiero
a los que saben que es un reto y lo afrontan con prudencia, como Dionisia García
(Fuente Álamo, 1929) que ha reunido 68 poemas evocando a su marido Salvador
bajo el título Clamor en la memoria. Dionisia ha estado conteniendo la
publicación porque sabe que «las cosas del alma se malogran si te acercas a
ellas con descuido». En este puñado de páginas editadas por Renacimiento late
una biografía tan compartida que se prolonga más allá de la ausencia: «el misterio
es la herida / que nos puede curar». Dionisia siempre ha mantenido una elegante
reserva de su intimidad. La mayor demostración es que noveló su autobiografía, Correo
interior, para mantenerla pudorosamente alejada de la primera piel. En
cambio, en este homenaje a Salvador, los detalles son importantes y es
imprescindible salvar los guiños: «cuando yo ya no esté, aquí me tienes», decía
el marido señalando el cuadro de José Lucas que ahora la escritora observa
emocionada. La vida sigue y la ausencia tiene mucho peso todavía, tanto que es
casi una presencia, y no solo para ella: «Ahora vuelvo sola a dar los mismos
pasos. / El recorrido exacto con múltiples encuentros. / Algunos me preguntan
por ti, porque no saben. / Un día escaparé a tu territorio / para seguir allí
nuestra costumbre». De algún modo, en este libro, la poeta albaceteña afincada
en Murcia se deja ir para ser más ella que nunca: «ahora invito yo / a los
finales». Y sin embargo logra escapar al patetismo, que es el gran peligro del
que hablábamos, el peligro de confundir el desahogo con la poesía llamada a
permanecer. Porque escribir para desahogarse tiene como fin exorcizar el dolor
y no necesita ni siquiera lectores. Hay que contener el dolor y templar su
embestida para que el escrito perdure. Lo hizo el premio Cervantes Joan
Margarit al perder a su hija Joana. Lo ha hecho recientemente Luis
García Montero para recordar a su mujer Almudena Grandes en Un año y tres
meses. Antes que ellos, Francisco Umbral en Mortal y rosa. Ahora, Dionisia García con Clamor en la memoria.
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