Después de tanto pelearse con la música y consigo misma, Karmento nos ha ganado en el Festival de Benidorm.
Que quedara sexta es lo de menos. No era lo principal, aunque tampoco hubiera venido mal que venciese. Hasta los que llevamos décadas pasando de festivales dejamos esa noche un oído pendiente de lo que pudiera ocurrir. En concreto a los del grupo senderista el que nos tuvo pendientes fue Ramón Mora, que formaba parte del pequeño coro que acompañaba a la artista. Mientras lo estaban maquillando y arrebatándole el móvil de la mano, me barrunto que a tirones, nos deslizó la primicia de que les tocaba cantar al principio. «Ama tu ritmo y ritma tus acciones» dice el poema de Rubén Darío que Karmento lleva siempre encima y tiene muy presente porque leerlo le ayudó a superar una crisis de tres años sin cantar. Ya es noticia que un poema tenga una utilidad práctica. ¿Cómo no hacerse fan de esta mujer? A Karmento, Darío la levantó descalza, primero sobre la vida y luego sobre el escenario de Benidorm. En una canción anterior había dicho: «que si me poso en el suelo / tengo miedo a no elevarme». Y en otra, añadía: «no necesito nada que no salga de mí». Versos todos con una huella de superación. Así que, detrás de su canción y de su coreografía sincopada, había una lucha, una estadía en Malta, una crisis superada, ansiedades vencidas con el fórceps de la poesía. Había una vida de 41 años y dos discos publicados que estaban esperando su refrendo sobre un escenario. Y allí estuvo Karmento, luchando una vez más, ahora contra el carácter no festivalero de su canción, en una pelea de luces y gritos, como una humana entre marcianos. Lo que en sus rivales eran destellos y rayos coreográficos, en Karmento sonaban a lerele. Al fin y al cabo, es una serrana de Bogarra curtida en la mediterránea Malta, y tan deudora del flamenco como de la seguidilla. A mí, que soy manchego, lo que me vence a su favor es precisamente ese lado a la vez tan mestizo y tan reconocible. «Eres un universo de universos / y tu alma una fuente de canciones», dejó dicho Rubén Darío en su poema vitamínico.
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