Los miércoles y los nuevos

En la gasolinera, unos vecinos de Chinchilla comentan lo que ha ocurrido en la ciudad en el día de hoy. El hombre explica que esta mañana salió temprano camino del trabajo y divisó unos personajes extraños apretados junto a algunas fachadas. Medio dormido todavía, aquellos seres que lo observaban muy quietos le parecieron amenazadores. Apretó el acelerador (espero que dentro de los límites permitidos) por lo que pudiera ocurrir. Tras escucharle, le pregunto al hombre que cuándo se vino a Chinchilla. Me dice que en octubre. Me lo imaginaba. Todavía no se ha engranado en los ciclos y rituales de este municipio antañón. Al haber ido perdiendo la perspectiva religiosa, tampoco ha caído en la cuenta de que hoy es (era) Miércoles de Ceniza. En día tan señalado, a mediados del siglo XX se instauró en Chinchilla la costumbre de sacar unos muñecos disfrazados a las puertas y a los soportales de las casas. Confeccionados de manera muy rústica, les colgaban unos rótulos rimados en el pecho a modo de escapulario para que se leyese lo que decían. Frases chuscas e ingenuas. Se me ocurre que de este modo los chinchillanos apuraban el espíritu carnavalero hasta el final, antes de que la Cuaresma cubriese con su sayón de sombra todas las risas y las pocas carnes que pudieran cocinarse. Luego la costumbre se perdió hasta que a finales de siglo vinieron a recuperarla un grupo de mujeres que la habían vivido de niñas. A la cabeza de ellas, Fina Ortega. Antes de jubilarse, el año pasado, Fina se desvivió durante un cuarto de siglo para conseguir normalizar de nuevo la costumbre. Sin embargo, compruebo que la fama de los Miércoles no alcanza a los nuevos vecinos que se van instalando. Les intimidan. No me extraña, uno no acaba de acostumbrarse a sentir que te miran con sus sonrisas de jocker. Hay en ellos una mezcla festiva y amenazadora. «Pareces un Miércoles», le dice un chinchillano a otro que lo mira hierático desde la sombra. Supongo que tampoco saben que ahora vienen las bozainas a proyectar sus gritos de gárgola las noches de los sábados. Que se preparen los nuevos.