domingo, 9 de abril de 2023

Miguel Cano

 


En los lugares por los que pasamos sin ánimo de quedarnos se queda flotando la vibración de nuestro paso.

Es como el polen: no se ve, pero lo notamos. Miguel Cano Romero (Albacete, 1949), que ha pintado tantos y tantos cuadros de escenarios que solemos frecuentar, cuya versión del populoso Pasaje de Lodares ha terminado convirtiéndose en su obra emblemática, se ha concentrado últimamente en esos otros lugares más desapercibidos. Y es curioso: al verlos, nos resultan familiares. Tal vez de mirarlos sin verlos desde la ventanilla del coche o como fondo de nuestra conversación. Desde la periferia es el título con el que los ha reunido en el Centro Cultural de la Asunción desde el 23 de febrero. El viejo claustro está cargado ahora con la radiación que se ha ido desprendiendo de esos cuadros durante el tiempo que dura la muestra. Una radiación inocua que consiste en la inminencia de que alguien aparezca de un momento a otro. A lo mejor andando, o tal vez conduciendo un coche o una moto. El silencio es solo el preludio de esa aparición, que también puede ser un abandono reciente de la escena, un mutis muy discreto. En contra de lo que muchos creen, no hay un solo hiperrealismo, sino varias maneras de abordarlo. El hiperrealismo de Antonio López contiene a menudo figuras humanas, pero están a medio construir, como si la realidad estuviera creándose o desmoronándose o cambiando mientras miramos el cuadro. En el hiperrealismo de Cano, la realidad está creada y muy bien encuadrada, con vilanos de humanidad flotando en el ambiente, y esta inminencia que digo es la que nos descoloca y nos incomoda. De hecho, anhelamos que aparezca alguien porque ver esas obras de ingeniería y esos hormigones abandonados nos hace sentirnos huérfanos, como si miráramos lo que queda tras el apocalipsis. En el único nocturno, «Puente noche», brilla encendida una farola y entonces la ausencia arrecia hasta resultar abrumadora. Tenemos que concentrarnos en la idea consoladora de que hay alguien vivo: el pintor, y en que su mirada, que ha elegido estos planos y los salva, está del lado de la vida. 

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Estos artículos se han publicado los domingos en la página 2 del diario La Tribuna de Albacete