La última lluvia

 Nadie recuerda la última lluvia. Empieza a ser verdad por estos lares manchegos. Pero además es el certero título que han puesto a su proyecto el poeta Jesús Díaz Hernández y el pintor Pablo Baeza. Poemas que se inspiran en pinturas y pinturas que se inspiran en poemas. Como el título sugiere, no se trata de crear por crear, no es solo hacer arte, sino que detrás del proyecto, dirigiéndolo, hay un afán de cambiar lo que no les gusta de la sociedad a estos artistas, que se dejan asesorar por otros dos amigos. La carencia de lluvia de la que venimos hablando es el síntoma de un deterioro de los ciclos naturales a causa del calentamiento global. Es solo uno de los treinta problemas que abordan en otras tantas pinturas combinadas con poemas. Pablo Baeza me guía por la exposición en el Claustro de Santo Domingo de Chinchilla, uno de los lugares más hermosos de la provincia de Albacete para exponer pinturas, para representar teatro y para organizar un concierto de música. Baeza disfruta enseñando su exposición porque está hecha para eso, para llevar a la gente cuadro a cuadro y poema a poema, y que vaya viendo, asociando lo que ve con lo que oye, reflexionando. Está concebida con afán pedagógico y enfocada sobre todo a los escolares, es decir a todo el mundo, porque todos tenemos un escolar dentro, más o menos apolillado. Cada poema se puede escuchar en la voz del actor Paco Vicente Cruz gracias a un código QR. Añade matices que se te escapan leyendo. Ya no tienes ni que leer. Baeza, que creó los colectivos Cillero y de Facto porque le gusta más trabajar en equipo que solo, me explica que ha tenido que hacer un gran esfuerzo para incorporar figuras humanas, porque él viene del abstracto. Confiesa que le han apretado mucho para perfilar las obras y se siente a la vez inseguro y satisfecho. Recorremos el pasillo acristalado por el que entra a borbotones la luz de la tarde. Escucho algunos poemas, leo otros, contemplo las pinturas, le echo un vistazo al libro, editado por Vitruvio. Me siento cambiado al salir, más por obra del arte que de las buenas intenciones.