En poco tiempo, Albacete se ha llenado de caligrafías.
Flores con nombres de poetas en la
vitrina de un bar, páginas del libro de la naturaleza en el Botánico, muros
florecidos, versos por doquier. Ana Navarro es autora de buena parte de estos
mensajes tan diferentes a los rótulos de imprenta que siguen imperando y
también a las letras características de los grafiteros. La caligrafía tiene
corazón: las palabras trazadas a mano, las pequeñas irregularidades, las
huellas del pincel, nos devuelven a nuestra infancia, cuando aprendimos a
escribir en los cuadernos Rubio. Nos humanizan. También Ana asegura que la caligrafía
la ha cambiado. Escribir estas palabras involucra todo el cuerpo: hay que
enderezar la espalda, controlar la respiración. Hay un orden obligado de trazos
para cada letra, una manera de hacer, un ductus. Hasta 2015 Ana Navarro diseñaba
con el ordenador. De pronto, en un curso de caligrafía descubrió las puertas de
una nueva vida, esta que va pintando por las paredes y los cristales tras
llegar a un acuerdo con los propietarios o los ayuntamientos. No recuerda ya
cuántos proyectos ha cumplido, no lleva la cuenta. Guarda, eso sí, los bocetos
previos, que realiza con acuarela en un tamaño más o menos parecido a un A3.
Así le resulta más fácil trasplantar al muro sus diseños en los que las
caligrafías se integran con otras imágenes. A veces se adaptan al contorno del
dibujo, en otras configuran la silueta de los objetos (caligramas). En el
traslado cambian poco, aunque los materiales son diferentes, y el tipo de
trabajo también. Ana utiliza esmaltes que garantizan una resistencia prolongada
a los rigores de la intemperie. Y sigue asistiendo a cursos. Cada año se
recicla, aprende nuevos tipos de letra o formas de organizarlas. Antes le daba
vergüenza pintar al aire libre. Ahora le ha tomado el gusto. Desde lo alto del
andamio, enfrascada en su labor, observa las reacciones de la gente que pasa.
Los más espontáneos son los niños y los ancianos. Pero el verdadero secreto, lo
que otorga el valor supremo a su trabajo, es la lentitud, un bien escaso y
precioso.
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