El Jardín Botánico

 

El Jardín Botánico de Castilla-La Mancha es el único del sur de Europa que se gestiona íntegramente de forma ecológica.

Es decir que, por ejemplo, no usa plaguicidas para combatir a los bichos y se asegura de que la electricidad que utiliza proceda de fuentes renovables. Es una de las singularidades de este museo natural de siete mil hectáreas situado en el camino de la Pulgosa. Me lo enseña su director, el ecólogo Pablo Ferrandis Gotor. Me lo enseña él, pero conversamos los tres, porque el Botánico mete baza siempre que puede. Está hablando Ferrandis y de pronto se posa un verdecillo en una rama o maúlla uno de los 14 gatos que trabajan en el Jardín para mantener a raya a los conejos. Ferrandis muestra orgulloso lo que llaman «colecciones»: han reproducido a escala cuarenta ecosistemas característicos de nuestra comunidad autónoma. Por ejemplo, las Lagunas de Ruidera o un sabinar. En cada rodal miman las condiciones de suelo y cuidan las especies vegetales. Luego, por su cuenta, se acercan los animales. Como las libélulas y los caballitos del diablo en el caso de la Laguna. Es fascinante la capacidad de la naturaleza para regenerarse superando las trabas que le vamos poniendo. Ferrandis pondera el trabajo añadido que supone evitar que unas especies expansivas como los carrizos invadan los territorios ajenos. En el Botánico trabajan siete jardineros a las órdenes del conservador Alejandro Santiago, al que Ferrandis señala como el verdadero artífice del milagro. Esta tarde hemos tenido suerte porque acaba de llover y la lluvia limpia los colores y acentúa los aromas. Mientras Ferrandis habla, apuro el privilegio de pasear por este museo vivo (los botánicos son museos desde 1946). Y tiemblo pensando que pudo desaparecer en 2012, dos años después de su inauguración, porque se juntó una terrible ciclogénesis con que Cospedal decidió retirar a la Junta del patronato. Superada la crisis, ahora carbura con 510 000 euros de presupuesto anual, que sigue siendo poco. El personal y el director, que cobra cero euros, suplen lo que falta con su entusiasmo, sin dejar de pedir más presupuesto.