El Brujo interpretó El viaje del monstruo fiero en el Claustro de Santo Domingo de Chinchilla.
El Brujo siempre es el Brujo: un tipo solo en el escenario (un bululú) capaz de armar una obra entera llena de objetos y personas sin que haya objetos ni personas, gracias a su dominio prodigioso de la voz y de los gestos. En contra de lo que algunos afirman, las obras del Brujo son diferentes, aunque repita ciertos tics. Pero, aunque fuera la misma obra, el público cambia, el escenario cambia, el mismo Brujo también. Yo creo que la última vez que vino, arrastraba un pie y se le notaba una flojera que supo disimular con oficio. No es nunca el mismo Brujo, como nadie es el mismo dos veces. Por si fuera poco, improvisa sobre la actualidad y la ciudad donde actúa. Mete morcillas tan bien engranadas que me pregunto cómo va a recomponer la obra una vez que pasen las elecciones, porque alude mucho a ellas. Es evidente que no parte de una trama definida, elige un libro o un tema y monta la obra alrededor. En este caso, el monstruo del título es el oficio de actor. Luego prepara escenas móviles que combina en función de las circunstancias, de la inspiración, de los lapsus, que también los hay. Seguramente solo fija el principio y el fin. Para enlazar las escenas tira de esa espontaneidad que domina como nadie. En El viaje del monstruo fiero le acompaña un violinista. Lo usa para los efectos sonoros, casi siempre en ráfagas que subrayan un gesto. El Claustro estaba lleno. Y el público rio más que otras veces porque el Brujo estaba un poco más en gracia que otras veces. Dos horas antes del espectáculo cayó un chaparrón que llegamos a temer que obligaría a suspenderlo. Fue pasajero, pero dejó el cielo encapotado. El cielo que es el techo desnudo del Claustro, con la luna y la silueta recortada del cerro de San Cristóbal. También el viento habló por el micro. Una vez más, experimentamos el microclima del Claustro. Pobre de quien no se llevó una rebeca o se vino en sandalias o con la calva al aire. En las noches del Claustro el escalofrío medieval forma parte del teatro.
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