domingo, 16 de julio de 2023

Tren

 

Siempre que puedo, voy a Madrid en tren.

A lo mejor por nostalgia. Me gusta este transporte desde la infancia, cuando viajar era una fiesta familiar. En mi juventud universitaria, pasar la noche en vela en el sevillano camino de Barcelona era una aventura surrealista. Nunca me pareció ni me parece cómodo el tren, por mucho que se esfuercen en confundirnos con que vamos en avión, con azafatas, refrigerio y nombre volador. Al final, nos emparedan como anchoas sudorosas. Además, el clima de ascensor se ha impuesto como una madreselva, y puedes viajar horas hombro con hombro con alguien a quien ni siquiera tienes derecho a mirar, mucho menos a pegar la hebra. Atrás quedaron aquellos compartimentos donde hablabas con desconocidos que desembuchaban su vida sin ahorrarse los detalles escabrosos y después se alejaban para siempre con la culera pegada por el sudor del escay. El tren se ha vuelto rápido y caro. Ya solo sirve para llevarnos a las grandes ciudades, no para movernos entre los municipios provincianos porque no le parecía rentable al ministro Valcárcel. En mi primer año de profesor, estuve yendo a La Roda en tren a dar mis clases. Aprovechaba el trayecto para leer y escribir. Ahora ni siquiera puedes ir derecho a la capital de esta Autonomía de retales a la que nos condenaron, sin rendir pleitesía previamente en Madrid. Tras casi medio siglo de esta democracia sedicente, seguimos igual de castellano-postergados. Para que no nos acomodemos a las incomodidades, ahora nos añaden una nueva: los trenes ya no paran en Atocha, sino más al norte, a una hora y media a pie de la estación de antes. Por si fuera poco, Chamartín está en obras y hay que sortear un laberinto de vallas para desembocar en un erial, entre aparcamientos y carreteras colgantes. Yo, por el puro gusto de andar, salgo caminando por la interminable avenida que desemboca en Atocha. Antes de entrar en sus pinacotecas, Madrid es un museo vivo, una performance involuntaria que disfruto a pie, con la boca abierta, sin quitarme la boina.

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Estos artículos se han publicado los domingos en la página 2 del diario La Tribuna de Albacete