domingo, 19 de noviembre de 2023

Flâneur

 


El estrés del turista lo inventó Stendhal hace dos siglos.

Él mismo contó que, estando frente a la Basílica de la Santa Cruz en Florencia, empezó a sentir mareo, taquicardia y sudores. Pronto no pudo aguantar más y tuvo que alejarse para darle tiempo al cuerpo a que se recuperara. Quizá más de uno identifique estos síntomas y comprenda ahora, por fin, que estaba experimentando el síndrome de Stendhal. Porque, a veces, con el trasiego, el ir y venir de un monumento a otro, y el cuadrar los horarios de varias visitas para no dejar nada sin ver, ya no sabes si lo que sientes es cansancio, admiración o prisa. Por mi carácter, a veces sin poderlo remediar, me inclino más hacia el turismo de flâneur. De tanto llegar tarde, me he resignado a no llegar. Ya no llego, pero disfruto tanto o más. En cuanto me lo permiten, lo pongo en práctica en todas las ciudades que visito. Me dejo ir por las calles, mirando. La palabra francesa flâneur significa vago, desocupado. No muchos años después de que Stendhal se mareara en Florencia, París estaba llena de gente que deambulaba por las calles con las manos en los bolsillos, sin nada aparente que hacer. Baudelaire se dio cuenta de que esa presunta desocupación era el verdadero trabajo del poeta. La inspiración favorece siempre al ocioso. Te sobreviene cuando estás con la guardia baja, en la ducha, conduciendo, atento a menesteres ajenos a tu empresa. No digo, claro, que yo no visite monumentos. Lo que digo es que no siento el ansia de recorrerlos todos. Que me acerco a ellos andando y salgo andando de ellos, y dejo que mis pies recorran las calles, elijan su propio mapa, su propio marco de conocimiento. Las ciudades acaban siendo, en la memoria, aquel itinerario, ciertas cornisas, un ritmo del tráfico y de la gente, un espesor del aire y de la luz. Los saboreas, sin cebarte tampoco en la sensación de saborearlos. Y luego los rumias sin esfuerzo, cuando cierras los ojos y hay un olor dormido en ti que es Venecia, un atardecer que es París, una calle que se curva en Lisboa. Emociones que encontraste sin haberlas buscado.

No hay comentarios:

Estos artículos se han publicado los domingos en la página 2 del diario La Tribuna de Albacete