Resulta que la historia de la bomba atómica pasa indirectamente por Albacete.
Me entero
gracias a uno de esos reportajes en los que José Fidel López está reuniendo la
historia cinematográfica de nuestra provincia bajo el título genérico de Cuentos
de cine. El titulado Cuando Joe no se reencontró con Kitty nos
desvela que la mujer de Oppenheimer enviudó de su marido anterior porque lo
mataron en 1937 en la guerra civil. Pero, antes, Joe Dallet, que así se
llamaba, estuvo con las brigadas internacionales en Tarazona y Pozo Rubio, e
incluso se dio una vuelta por la capital, donde vio una película rusa en el
cine Capitol. Se lo iba contando a Kitty en cartas que se publicaron en libro
tan solo un año después. La propia Kitty tenía previsto reunirse con él después
del verano, pero enfermó de los ovarios, tuvieron que operarla, y la muerte de
Joe terminó por desbaratar los planes. En 1940 se casó con el físico Frank
Oppenheimer, el padre de la bomba atómica y el protagonista de la flamante
película homónima de Christopher Nolan. Por eso aparece en ella (interpretada
por Emily Blunt). Era botánica, inteligente y con carácter. En estos casos,
siempre nos asalta la pregunta: ¿de qué modo pudo Kitty influir a favor o en
contra? Si hubiera venido a Albacete y no hubiera conocido al físico tejano,
¿habría cambiado el destino de la humanidad y el de los vecinos de Hiroshima y
Nagasaki? Aunque se nos plantee sin querer, es una pregunta inútil. Además,
parece evidente que Oppenheimer dirigió la fabricación de la bomba atómica
porque suponía un reto para su arrogancia, convencido de que, si no la
desarrollaba él, lo haría cualquier otro, en aquella loca carrera por poseer el
arma. Y seguro que llevaba razón. Como todos los tipos muy inteligentes, era
listo para unas cosas y medio tonto para otras. Sigue estremeciéndome su duda
de que la explosión de la bomba podía desatar una cadena imparable que acabaría
con el planeta. Einstein tampoco supo responderle. Después Oppenheimer le confesó
que, de otro modo más sutil, esa cadena de destrucción se había puesto en
marcha.
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