domingo, 12 de noviembre de 2023

El columpio de Yorick

 


Hace un par de décadas que Yorick tiene un problema en Albacete. 

Yorick, ya saben, el dueño de la calavera que Hamlet sopesó recordando al viejo bufón de la corte. Entre nosotros, El problema de Yorick es una revista literaria. La dirigen Eloy M Cebrián y Antonio García Muñoz, ambos columnistas de La Tribuna. En la entrega que acaba de aparecer han metido un cocodrilo en el dormitorio. Cebrián como profesor de escritura creativa, aconseja a sus alumnos del taller que huyan de lo que todos esperamos encontrar. Fijarse en las cosas de un dormitorio que estén en cualquier dormitorio es aburrir al lector. Si metes un cocodrilo, la cosa cambia. He leído buena parte de los 29 relatos de este El problema de Yorick y de momento el cocodrilo solo aparece en la ilustración de la portada, eso sí satisfecho de haber aplastado a una chica que leía en camisón. Eloy M Cebrián también es profesor de inglés en el instituto Sabuco. Casi seguro que por esa conexión inglesa le vino el nombre a la revista. Cebrián siempre repite que no disfruta escribiendo. Se trata por lo tanto de un masoquista, porque no para de escribir. Ya he perdido la cuenta de las novelas y las recopilaciones de cuentos y de artículos que lleva publicadas. Para que no queden dudas, a la vez que El problema de Yorick, ha publicado una novela que transcurre en la América profunda con mucho sexo y violencia, La chica del columpio. Eloy es un articulista afilado. Pero en sus relatos más. Ha ido cediéndole la voz y la iniciativa a un tipo sin frenos, el narrador en el relato “El testigo”, incluido en la revista. En la novela, en cambio, el narrador no participa en los hechos, pero no nos ahorra detalles y parece disfrutarlos. Quizás cuando Cebrián se sienta a escribir sufre una abducción y se apodera de él su Dorian Gray particular, el espíritu de Yorick antes de que Hamlet lo mirase a las órbitas. Por eso escribe tanto, aunque no lo disfrute. Por eso le da un poco de apuro que sus relatos afloren como afloran. Cuando los leo, me escandalizo, pero no puedo parar de leerlos. Como si a mí también me abdujeran.


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Estos artículos se han publicado los domingos en la página 2 del diario La Tribuna de Albacete