domingo, 7 de enero de 2024

Principio de incertidumbre

 


Nuestra incertidumbre pronto cumplirá cien años.

Sucedió en octubre de 1927. Veintinueve físicos se encerraron en el instituto de Fisiología de Bruselas. Más de la mitad tenían ya el Nobel o lo obtuvieron después. Nunca ha habido, que se sepa, otra concentración de sabios como aquella. El equivalente al partido del siglo, pero jugando con átomos. De hecho, jugando a descomponer el átomo en las partículas más pequeñas que se conocen. Como los científicos también son humanos iban sobre todo a competir. A demostrar que sus conclusiones eran las mejores. Y vaya si compitieron. Ganaron Heisenberg y Bohr, que demostraron que, en dimensiones tan pequeñas, era imposible predecir dónde se encontrarían en cada momento las partículas. Ni siquiera se podía predecir si estarían presentes. Solo era posible saberlo en el instante de verlas. Schrödinger traía una fórmula que resumía todas las trayectorias posibles, pero las partículas (que podían manifestarse como partículas o como ondas) solo seguían una trayectoria cada vez y lo hacían arbitrariamente, por puro azar. No había una causa y un efecto que permitiera predecir lo que iba a suceder. Shrödinger inventó entonces el cuento del gato para formular su impotencia. Con la caja cerrada, no se puede saber si está el gato o si no está. A veces estará, a veces no. La incertidumbre es nuestra esencia: todo el universo está compuesto de átomos y nosotros, claro, también. Lo malo es que nosotros odiamos la incertidumbre. Preferimos inventar un cuento y creérnoslo antes que aceptar que la razón tiene sus límites. El propio Einstein se pasó aquellos días intentando encontrar inconsistencias en la teoría de Heinsenberg y Bohr sin lograrlo. Toda la partida transcurría en un campo de fórmulas matemáticas que describían aquella realidad tan compleja y siguen describiendo nuestra realidad de ahora, mucho más compleja todavía. Muy pocos llegan hasta el final de estas fórmulas. He leído esta estremecedora historia, entre otras, en un relato recomendable, Un verdor terrible, de Benjamín Labatut.

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Estos artículos se han publicado los domingos en la página 2 del diario La Tribuna de Albacete