Lo que me impresiona, dice Vico, es que más de la mitad de esta gente está muerta.
Se refiere a la gente que sale en las fotografías de su libro sobre Cultural Albacete. Casi mil imágenes tomadas entre 1983 y 1996, cuyos pies tuvo que supervisar de nuevo para la publicación. Un trabajo minucioso que Santiago Vico completó con la paciencia que le alaban sus amigos. Engordé 4 kilos, asegura. Es el libro que andaba preparando desde que se lo encargaron hace 18 años. Primero se malogró por la crisis, luego siempre llegaba a proponerlo tres días tarde, como le pasó con el director de la Fundación Juan March, que se había jubilado. Vico empezó como fotógrafo en el catálogo de la exposición Albacete, tierra de encrucijadas (1983). Andaba por entonces tan escaso de equipo que tuvo que ingeniárselas para que las tomas de su Yashica colaran como de gran formato. Llevaba su cámara y otra prestada en bandolera para parecer más profesional. De ahí pasó a Cultural Albacete, que asegura que fue la escuela donde aprendió el oficio. Tuvo que vencer no pocas dificultades. En los años 80, apretaba el obturador las veces necesarias y con el corazón en un puño se iba corriendo a la calle Mayor, donde tenía el laboratorio, sin saber si al revelar encontraría una cara movida, unos ojos cerrados, o directamente no encontraría nada, como le pasó dos veces. La luz era la enemiga. En los conciertos le dejaban los 6 minutos iniciales, hasta que un pianista encandilado obligó a cambiar la costumbre y aplazar las fotos hasta el final, cuando se iba el público. En teatro, el flash estaba prohibido y había que dejar más tiempo de exposición y cruzar los dedos. Los problemas acabaron en los 90 cuando apareció la película T-Max 3200. Vico defiende con nostalgia que en la época de su libro el público sabía cuándo aplaudir en los conciertos, y vuelve a reírse solo con la silueta del espectador que asistió a la función sin quitarse la boina. Está convencido de que Cultural Albacete se disolvió antes del milenio. Su libro da fe de aquella ciudad en la que más de la mitad de los que salen en las fotos están muertos.
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