domingo, 2 de junio de 2024

Una aventura epistolar

Que el correo postal está en retroceso ya lo sabíamos. Que está en peligro de extinción, cuesta más digerirlo. 

Por si alguien duda, me refiero al correo que requiere un sobre y un sello. Mi amiga Carmen Lillo es una fervorosa creyente en la escritura epistolar. Después de trastear con desgana en las redes, decidió volver a la carta a mano de toda la vida, un procedimiento en el que se siente más cómoda y se expresa mejor. Tan bien se expresa, que guardo sus cartas como reliquias. Ni corta ni perezosa, se fue a un estanco a comprar un sello. Mi amiga vive en Madrid. El joven estanquero le contestó tajante: ¡No hay sellos! Carmen advirtió un tono como de: ¡Señora, qué cosas tiene! Ante su insistencia, el estanquero le explicó que se les habían acabado las existencias en Navidad. Ya, pero es que estamos a finales de febrero, le replicó mi amiga; hace más de un mes que fue Navidad. Como la conversación entraba en punto muerto, mi amiga decidió dar las gracias y acercarse a otro estanco. Este lo atendía una señora de mediana edad que le aclaró que no había sellos en los estancos, que Correos no les surtía desde hacía tiempo. La estanquera ignoraba la razón. Carmen echó un vistazo a las estanterías del establecimiento que presentaba el aspecto de una especie de bazar. Dio nuevamente las gracias y se marchó. Esta vez se dirigió al origen comercial de los sellos, a una oficina de correos. Sacó un tique con su número y esperó a que coincidiera con el que aparecía en las pantallas, cosa que ocurrió al cabo de un rato. Ya ante el mostrador, Carmen pidió dos sellos. Le pareció que sería prudente proveerse de uno de reserva para una futura misiva. Esta vez sí que fue atendida. Mientras guardaba los sellos en el bolso, mi amiga interrogó a la empleada: ¿por qué los estancos están desabastecidos de sellos? La señora, eficiente y cordial, le contestó que no sabía que los sellos se vendían en los estancos. Todo esto lo desgrana mi amiga Carmen con su prosa irónica y fluida, en una de sus cartas azules, con muchos más detalles de los que me caben en este artículo.

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Estos artículos se han publicado los domingos en la página 2 del diario La Tribuna de Albacete