Representantes

 

Cada vez que juega España, me cabreo.

Me enfado conmigo mismo por ponerme tan nervioso. ¿Qué necesidad? Por más que me digo que esos no tienen nada que ver conmigo, en cuanto me siento a verlos, si pierden sufro y si ganan me pongo muy contento. Hasta me siento orgulloso. Hace ya muchos años que sé que los humanos no somos racionales, sino rehenes de las emociones. Y que lo único que podemos entrenar es cómo reaccionar ante ellas, porque las emociones van a brotar lo queramos o no. Así que el domingo vi el partido y disfruté mucho con aquellos deportistas que me representaban sin que yo supiera bien por qué. Disfruté tanto que me quedé viendo la entrega de trofeos. Necesitaba seguir emocionándome, el cuerpo me pedía emociones hasta el empacho. El año pasado en el Mundial de Fútbol femenino, me pasó lo mismo. Me quedé y hasta juraría que fui el primero en dar un respingo cuando aquel tipo calvo de ademanes elásticos le sacudió un pico a Jenni Hermoso. En esas ocasiones, te pones sin condiciones a favor de tus representantes. Pero aquel tipo del traje satinado y los aires de triunfador me había sacado del partido. Ya entonces me pareció que doña Leticia y su hija se sobreexponían demasiado, se comportaban como si acabaran de jugar también el partido. No sentía que me representasen en aquel rol. La suerte se repitió este domingo con el rey y su hija, que se desdoblaron entregando el trofeo y a la vez recibiéndolo. Yo no quería verlos a ellos, sino a los jugadores que acababan de ganar la copa y que habían incluso rehuido hablar de política: Unai Simón vino a decir más o menos que votaba lo que les decían sus padres. Muy mal. Puedo entender que convenía no decantarse para no romper el suflé, pero hubiera sido más maduro decir: tengo mis ideas, pero me las reservo porque ahora no toca expresarlas. En cambio, al día siguiente, en la recepción del presidente del Gobierno, Carvajal sí se expresó, comportándose groseramente ante Pedro Sánchez. Yo no soy de Sánchez, pero soy educador. Jugando al fútbol quizá me represente, como persona necesita un reciclaje.