Hay deportes que solo existen cada cuatro años, cuando los vemos en las olimpiadas.
Entonces los seguimos con entusiasmo guiados por algún cuñado que resulta que era experto en la especialidad. Si no hay un cuñado cerca, no importa, porque hay locutores que los imitan muy bien. La ventaja en este caso es que puedes bajar el sonido. A mí me irritan los que vaticinan la muy probable victoria del representante español nada más empezar. Esos que se aferran a presuntos indicios, aunque la inferioridad del español sea muy evidente. No importa: bajo la canícula de agosto, entre una ola de calor y la siguiente, miramos pasar deportes que no nos importaría ver más a menudo, si los echaran. Aunque nos detenemos a verlos sobre todo porque hay un español en liza con posibilidades de medalla. Al final, las olimpiadas son como un mercadillo donde se rifan medallas. Yo siempre me acuerdo de aquellos dibujos animados de Los autos locos, con Pierre Nodoyuna y su perro Patán, que reía malicioso cuando le colgaban una. Nosotros también. Acudimos de mirones aquí y allá, nos emocionamos siempre y nos frustramos casi siempre, porque ganar una medalla olímpica es un trabajo de chinos, nunca mejor dicho. Puestos a preferir, yo prefiero las olimpiadas que se celebran en lugares remotos y por eso mismo con horarios que aquí son nocturnos. De ese modo, nos sirven los duelos ya resueltos a la hora del desayuno: hay medalla o no la hay; drama zanjado. En el primero de los casos, ya tendrás tiempo de ver y de rebobinar la hazaña cuantas veces quieras. Pero bueno, las olimpiadas de París terminan hoy. Las echaremos de menos unos días. Enseguida nos ebullirá la adrenalina por otros espectáculos. Me quedo, más que con la albórbola de los triunfos, con las lágrimas vertidas por Carolina Marín, Carlos Alcaraz y la esgrimista Martín-Portugal, cuarta del mundo, que perdió nada más llegar y se quedó sin beca, o sea sin trabajo. Tal vez el miedo a perder la beca la descentró más que los nervios. Igual conviene dar un repaso a las condiciones de la beca olímpica.
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