El centro de Albacete, que siempre ha sido aparentemente llano, de pronto se ha llenado de montañas.
Lo hemos llenado nosotros, Juanjo Jiménez y yo. Las hemos concentrado en el Centro Cultural de la Asunción, porque el claustro renacentista es muy agradecido para acoger lo que le echen. Así viene ocurriendo desde que hace varias décadas lo convirtieron en sala de exposiciones de la Diputación. Reconozco que el que ha aportado las montañas más grandes ha sido Juanjo, que es el artista plástico. Yo solo soy poeta y las palabras ocupan poco espacio, y encima suele llevárselas el aire en cuanto se pronuncian. Digo “montaña”, y mi montaña ya se ha ido al terminar de decirla. En cambio, Juanjo cuelga un cuadro suyo de dos metros, con mucho rojo dominante, infernal, y su montaña se impone sobre los ruidos visuales del claustro, sobre las ventanas y las puertas que compiten por captar la atención del espectador. También se impone al saxo de algún alumno del conservatorio, que comparte sus paredes con el claustro; pero en este caso se trata de un ruido sonoro, no visual. Consciente de que las montañas tenían que ser imponentes para imponerse, Juanjo ha pintado cuadros enormes. Es un montañero apasionado, así que ha pintado muchas de las montañas después de escalarlas: el Almenara, el Mugrón, que están aquí cerca, pero también tresmiles pirenaicos como el Posets o el Aneto. Y más. Montañas hasta de Alaska. Se venga de las que no ha subido, como el K2, llenándolas de cruces o escamoteándoles el nombre. Juanjo mezcla un montón de técnicas en sus cuadros. A veces pinta sobre tablas de madera que pesan casi tanto como la montaña que representan. Les añade collages y fotos, los perfila con pintura acrílica y luego los cruza con signos cabalísticos que aprendió de su maestro Alfonso Quijada. Al final los repinta con barniz. Por eso huelen a la savia de los árboles de donde brotó el barniz. Estarán hasta el 2 de noviembre en el Centro de la Asunción. Luego habrá que retirarlas y dejarlo todo llano, igual que estaba antes, tan vacío como queda tras decir “montaña”.
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