Los mitos fundacionales que nos inculcaron en el colegio a los de mi generación se me han ido cayendo.
Yo nací en los 60 y por lo tanto pertenezco a la generación del baby boom. La enciclopedia Álvarez había quedado atrás, pero no mucho. Aún nos bombardeaban con que Viriato era español, que entre Santiago y el Cid habían limpiado de moros la península Ibérica, que los Reyes Católicos eran el no va más de rectitud y bondad, y por supuesto con que Dios estaba en el Cielo. Cosas así. En resumen, reinaba Franco. Sospecho que mis maestros habían asimilado tan a fondo aquellos mitos que se los creían. Hasta ahora estaba convencido de que todas aquellas capas se me fueron desprendiendo con vivir, leer y pensar. Pero aún quedan costras, que siguen adheridas porque uno no puede desprenderlo todo. Visitando la Casa de Colón en Las Palmas de Gran Canaria, he visto con mis propios ojos (y casi tocado con mis manos) que el gran descubridor no era un visionario chapucero que improvisó un viaje a lo desconocido. Para empezar ya todos lo que entonces tenían que saberlo estaban al tanto de que la Tierra era redonda. Lo del “huevo de Colón” no tiene nada que ver con la esfericidad del planeta, sino con que las cosas simples empiezan a serlo cuando alguien descubre que son simples. Solo entonces todo el mundo las ve. Como cuando viene el fontanero y te arregla una avería. Colón estudió minuciosamente lo que contaron viajeros como Marco Polo. Impresionan sus anotaciones en los márgenes del libro. Hizo múltiples viajes preparatorios en el Atlántico, sondeando cómo se comportaban las mareas y los vientos. Organizó la expedición en triángulo, con las dos carabelas (más rápidas) por delante para agilizar la singladura de la nao capitana. Y tal vez (solo tal vez) ocultó sus orígenes biográficos, como intenta demostrar ese documental fallido que ha emitido recientemente RTVE. Era un científico de su época, aparte de un tipo emprendedor. Es probable que la inmensa mayoría de los búmeres ya lo supiera. A mí me quedaba todavía esta costra. Sé que no será la última.
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