Faltan crónicas

 

Lo que no se cuenta se pierde, se olvida, no ha ocurrido.

Es una verdad tan antigua como la humanidad. Por eso los ganadores de las guerras se han ocupado de que prevaleciera su versión de la historia, silenciando la de los perdedores. Por eso los israelíes están localizando y asesinando periodistas palestinos con precisión quirúrgica. Julio César contó sus propias hazañas y tuvo además la sagacidad de contarlas en tercera persona, hablando de sí mismo como si ya fuera un héroe, un procedimiento mucho más eficaz que el ajuste de cuentas con el yo por delante, característico de los políticos retirados. Más cerca que todo eso, en Albacete ha terminado otra edición de Abycine (ya van 25). A lo mejor es una sensación mía, pero echo de menos que alguien cuente las menudencias, que haga una crónica de las mejores películas, el comportamiento de la concurrencia en cada sesión, que resuma las declaraciones de los protagonistas y también que hable un poco de lo que ocurre entre bastidores, los vestidos, algún resbalón en la alfombra roja, algo que caracterice esta edición y la diferencie de las anteriores y las posteriores. Seguro que los organizadores las identifican, pero yo, quizá por deformación profesional, necesito leer una historia bien contada, algo más vivido que las entrevistas previas, un relato más completo que las fotos y los fragmentos de las redes sociales. Nos vamos acostumbrando a que los espectáculos tengan mucha difusión cuando se avecinan pero que no haya alguien que los cuente después, al contrario que ocurría en el antiguo periodismo, donde era tan imprescindible la crónica que más de un gacetillero se la inventaba, previendo que el cierre de la edición le iba a impedir redactarla a tiempo, o incluso porque le apetecían más otras cosas que asistir a un acto cultural. Así, alguna vez se narraron espectáculos que en realidad se habían suspendido a última hora. Quedó constancia de ellos para la posteridad y sin embargo no queda constancia de la mayoría de los actos culturales que hoy proliferan en un número tan estimulante como inabarcable.