sábado, 14 de diciembre de 2024

Bosquianos

Me gustan las exposiciones que me transportan.

Al final, el arte, la cultura, es eso. Les pido a las películas, a las series, a las novelas, que me saquen de mí y me lleven por un rato a un sitio diferente, sin dejar de ser yo. A las exposiciones también se lo pido. Cuando entré a ver la muestra Bosquianos, en el Museo Municipal, le quedaban cuatro días. Confieso que había ido postergando la visita por prejuicio: se han perpetrado tantas mediocridades con la excusa de inspirarse en El Bosco, que me fatiga la posibilidad de enfrentarme a una nueva. El Bosco (c.1450-1616) es el precursor reconocido de muchos géneros, desde el cómic a Los desastres de Goya. Se sabe de él que se llamaba Jheronimus Van Ayken y poco más. Lo justo para que su vida resulte un misterio estimulante. Lo del Bosco es un apodo. Él mismo firmó algunos cuadros con su lugar de procedencia, Bosch, de la neerlandesa Balduque o Bosque del Duque. Deduzco que Bosch es Bosque. Como he dicho, me gusta ser transportado, así que me he plantado muchas veces delante del Jardín de las delicias en el Prado y también ante la reproducción de la tabla en algún libro. Más que una pintura, es un viaje completo, aderezado con detalles caprichosos que te llevan del cielo al infierno, al purgatorio, a tocar la carne y el hueso del siglo XV y a darle un pellizco al XVI. Lo mejor de los quince bosquianos que han expuesto en el Museo Municipal es que ninguno se ha empantanado en el modelo. Cada cual lo ha interpretado con su estilo, a veces tan alterado por tantos siglos de influencias, que el Bosco se queda al fondo, en la sonrisa de un pez o la neblina que envuelve a un bailarín. Así que la exposición me transportó. Estaba sumergido en aquella sucesión de mundos cuando me topé con el recién añorado Fernando López, que ya pasó al otro lado de la tabla, pero nos dejó en ésta su propio biombo y sus anotaciones. Dejándome llevar, subí al segundo piso, me adentré en la sala roja de la colección de artesanías de Juan Ramírez de Lucas y, hasta que comprendí dónde estaba, me seguía pareciendo otro bosquiano. 

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Estos artículos se han publicado los domingos en la página 2 del diario La Tribuna de Albacete