Los únicos animales salvajes que se dejan ver son los pájaros.
Me lo decía muy convencido mi amigo Antonio Cabrera, que era ornitólogo con la categoría de anillador científico. No se lo dan a cualquiera. Lo reconocía en la Saramago la única mujer albaceteña que (hasta entonces) tenía el título, Victoria Gómez Molero. Justo ese día lo consiguió una compañera y detrás vienen más. Los poetas aprendemos de los pájaros. Pessoa escribió: «¡Pasa, ave, pasa, y enséñame a pasar!». San Juan de la Cruz observó tanto a las palomas que descifró su vuelo, que tiene tres fases. Jorge Guillén sentenció: «Todo lo que perdí volverá con las aves». Cabrera, que también era poeta, se equivocaba un poco: los pájaros no suelen dejarse ver. Es más fácil oírlos. De hecho, humanizan el silencio. Un silencio sin pájaros es tan atronador como el fin del mundo. Tengo un montón de amigos pajareros. Algunos son anilladores, otros viajan exclusivamente para verlos, otros han emprendido alguna una cruzada salvadora, por ejemplo, de los vencejos en Chinchilla. Un puñado los fotografían. Los esperan con una paciencia que se me antoja inalcanzable. Se ocultan en lugares estratégicos, muchas veces camuflados, inmóviles hasta el punto de proveerse de algún artilugio para no cantearse ni cuando necesitan orinar. No solo evitan espantarlos. Cualquier afición relacionada con los pájaros conlleva un respeto religioso hacia sus nidos, sus huevos y sus lugares de aprovisionamiento. Cualquiera que conoce y ama a estos animales sabe que son muy frágiles y acata el compromiso (que tiene valor de juramento) de no interferir en su rutina. Casi todos los fotógrafos de aves que conozco han tenido como referente a Juan Picazo. Moisés Cano no es una excepción. Acabamos de publicarle en La Siesta del Lobo el libro «Pajareando por Albacete», donde ha reunido casi un centenar de ejemplares distintos que posaron para su santa paciencia. Es una hermosa pajarería. Parece mentira que haya tantos. Y eso que no ha incluido, por evidentes, el mirlo y el vencejo, los únicos que a veces reconozco.
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