domingo, 8 de junio de 2025

La Feria del Libro y el calor

 

La Feria del Libro de Madrid había empezado como todos los años.

El viernes 30 se abrieron las casetas. Pasó la reina. Al rato, pasé yo, que venía en metro. Encontré menudeo de visitantes, pero mucho espacio. Era una hora temprana. La Feria estaba haciéndose. Saludé a Silvina y Alba, que defendían la caseta de los editores de Castilla-La Mancha. También a otros amigos como José Luis de Apache o Iria en Letraversal. Todos expectantes, tranquilos, solo exigidos por los coleccionistas de marcapáginas. Uno aprovecha la Feria para saludar a los amigos y arrimarse a editoriales menores, de las que ofrecen tesoros primorosamente urdidos, casi secretos, después de pasar el año luchando contra gigantes por un lugar en las mesas de novedades y acabar casi siempre sepultados bajo la avalancha. Aquí se baten de igual a igual. No convocan a personajes que formen una cola kilométrica; pero yo soy un lector de libros, y casi huyo de los personajes. En la primera aproximación prefiero tomar nota para no volverme loco comprando. El gran atractivo de la Feria de Madrid, el que la hace única en el mundo, es que está en medio de un parque, entre árboles llenos de pájaros y estanterías llenas de libros. Al mismo tiempo te abraza la naturaleza y te llaman los libros, con sus cantos de sirena. Acabé mi paseo en el mostrador de Pie de Página, donde charlé un poco con Carlos y me hice una idea de dónde firmaría ejemplares de Un poco de orden. Hacía calor, claro. La Feria del Libro de Madrid no se entiende sin calor y sin altas densidades de polen. Si has ido un año, al siguiente no te olvidas del sombrero, el antihistamínico, la crema solar y una mochila. Me fui a comer donde mi amigo Fernando, como siempre. Cuando empuñaba la cuchara, me llamó Álvaro Martín, mi editor: que han cerrado la Feria, me dijo. Por el calor. ¿Por el calor? Y porque a lo mejor sopla viento. Por la tarde ni hizo calor ni sopló viento. Así que regresé a Chinchilla con mi carga de alergia, confortado por esos preparativos infructuosos, como el cófrade de una procesión abortada por la meteorología.

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Estos artículos se han publicado los domingos en la página 2 del diario La Tribuna de Albacete