domingo, 31 de agosto de 2025

Perdóname

 

Me he pasado la vida pidiendo perdón por un error que cometí y que no sé exactamente en qué consistió.

Y no obstante me hizo perder a una persona que no sé exactamente quién es, pero me escucha. Ocurre cuando tarareo mi canción preferida del Dúo Dinámico. Por contagio con los estribillos de otras canciones, deduzco que era una mujer con «ojitos» negros. Colijo además que fue un amor de verano que contaba quince años en aquel entonces. Pero, claro, todo esto ocurrió un poco antes de que yo naciera. Si lo he interiorizado hasta el punto de engañarme sintiendo que lo viví fue porque me lo han ido metiendo en la sangre, poco a poco, envuelto en música, esos dos tipos, Manolo de la Calva y Ramón Arcusa. Aparecían fotografiados en las fundas de unos discos de 45 rpm. de mi padre (singles se les llamaba). Posaban de una forma un tanto forzada, proyectando sobre la timidez un aire juvenil, despreocupado, tirando a bohemio. Ahora me doy cuenta de que mi padre intentaba parecerse a ellos, en la medida de sus posibilidades. Los iba poniendo cada vez menos en el tocadiscos conforme la vida lo alejaba de la edad en que aquellas canciones ambientaron su noviazgo con mi madre. Después, cuando tuve uso de razón, me topé con ellos. Los discos se adaptaron a mí porque me ofrecían la nostalgia de un tiempo que no había vivido, y sin embargo, al escucharlos, se configuraba en mi imaginación. La canción referencial era «Como ayer»: «¿Qué es lo pasa entre nosotros dos? / Siento que nuestro querer se enfrió. / Algo ha cambiado, / mas nunca olvido el pasado / cuando éramos tan felices tú y yo». También «Amor amargo», aquel título que era a la vez un juego de palabras y de sabores. Puede ser que ahí empezara a desperezarse el poeta sedicente que soy. Desde aquellas escuchas, ha pasado una vida entera. Ahora se nos ha muerto la mitad de aquella pareja, Manuel de la Calva. Y rebobino aquellas canciones, sin tener que ponerlas, en un tocadiscos que ya no funciona. La niebla de aquella nostalgia, que no viví nunca, se perpetúa en mí. Y sigo pidiendo perdón sin saber por qué.

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Estos artículos se han publicado los domingos en la página 2 del diario La Tribuna de Albacete